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Introducción
Las cifras sobre obesidad y obesidad mórbida en el mundo han alcanzado niveles alarmantes como resultado de la nula actividad física de las personas y en especial, los malos hábitos alimenticios. Por lo anterior, se habla de hambre emocional. Este trastorno -a grandes rasgos- es una relación entre las falencias emocionales ligadas con la ingesta de comida. ¿Qué es el hambre emocional? 7 recomendaciones para ti
¿Qué es el hambre emocional?
Como se mencionó anteriormente, el hambre emocional es un trastorno alimenticio que provoca el consumo desmesurado de alimentos para sopesar alteraciones emocionales que afectan nuestro día a día. Esta situación conlleva a conductas disfuncionales tales como los atracones de comida y ansiedad por comer compulsivamente.
Pero ¿por qué se presentan estos casos?
El hambre emocional se manifiesta cuando tenemos algún problema que creemos resolver por medio de la comida; es decir, que confundimos la “saciedad” al comer por la resolución de nuestros problemas y allí es cuando surge esta conducta que se puede considerar autodestructiva.
¿Cómo afecta el hambre emocional en la vida?
Recordemos que nuestra relación con la comida viene desde la gestación. Desde allí, formamos un vínculo de vida con los alimentos; así mismo, cuando crecemos con nuestras familias en torno a “almuerzos familiares” “paseos de olla” y demás, es por ello, la relación tan importante que tenemos entre alimentación y emocionalidad.
Por otra parte, entendamos nuestra vida como un desarrollo no lineal de experiencias y decisiones. En cuyo proceso, creamos patrones de conducta y comportamiento que nos favorecen el vivir en este mundo y convivir con las demás personas.
¿Qué es el hambre emocional?
Es así que cuando tenemos problemas que nos generan gran malestar emocional, recurrimos a “métodos” que nos ayuden a sobrellevarlos. Uno de estos, es acudir a la comida.
Como resultado de esta, podemos presentar problemas físicos como:
- Sobrepeso
- Problemas cardiovasculares
- Problemas de digestión
Y dificultades psicológicas y emociones como:
- Depresión
- Estrés
- Vergüenza
- Culpa
- Odio hacia nuestra corporalidad
Siendo estos sólo algunos.
Por ello, cuando logramos identificar que tenemos un problema con la comida, es necesario determinar un plan para afrontar esta situación, ya que siendo nuestro método el comer compulsivamente, el dejarlo sin una debida gestión de emociones no nos da una nueva herramienta para afrontar la situación.
Es por ello que te brindamos ciertas recomendaciones que puedes seguir, si éste es tu caso.
Recomendaciones previas
Para identificar si tú mismo o alguien que conoces padecen de hambre emocional es necesario que:
Identifiques cuáles son los hábitos de alimentación de la persona. Así se definen rutinas diarias de consumo de alimentos y los antecedentes que nos llevan a comer, por ejemplo, después de una discusión.
Pienses cuál es nuestro comportamiento con los alimentos. Es decir, comemos muy rápido, cocinamos con premura, comemos alimentos sanos y adecuados para nuestro organismo.
Evalúes qué sentimos al comer. Si después de ingerir el alimento sentimos culpa, vergüenza, satisfacción, plenitud, saciedad. Ya que de allí se establecen puntos importantes en cuanto a la diferencia entre hambre emocional y hambre física.
Recomendaciones al identificar el problema
Si reconoces que tu situación o la de tu conocido corresponde a hambre emocional, es vital que:
Acudas a un profesional ya sea de psicología o nutrición que logren ayudar a conseguir los objetivos de bienestar propio.
Realices actividades tales como relajación, meditación o actividad física que logre equilibrar el cuerpo y la mente.
Practica la “técnica 8, 8, 8” la cual refiere a hacer uso adecuado de nuestro día en relación a 8 horas de trabajo, 8 horas de tiempo propio y 8 horas de sueño, así la exposición al estrés se minimiza.
Trabaja en tu autoestima. Esto te ayudará a conocerte y tener ciertas bases que te ayuden a fortalecer tu yo.
Recuerda que el conocerse a sí mismo es una tarea que no tiene fin; pero es fundamental el reconocer las fortalezas y debilidades de sí para poder ser protagonistas de nuestra propia historia.
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Reinvéntate Carolina Montero
